Pero si de algo nos sentimos orgullosos, y si algo echamos de menos cuando nos vamos fuera, es un producto único, que hemos sabido elaborar y disfrutar desde siempre, y que no falta en ninguna mesa cuando celebramos algo.
Estamos hablando del cerdo ibérico, y todos sus derivados. Carnes como el solomillo, la presa, el secreto o la pluma, y chacinas como el jamón, el chorizo o la morcilla, son productos reyes de nuestra tierra, y es lógico, dada las características con las que cuenta.
El cerdo ibérico es una raza autóctona y exclusiva de la península, con grandes diferencias respecto al cerdo blanco. Vive en dehesas de encinas y alcornoques, propias del paisaje mediterráneo y a las que se encuentra profundamente relacionados, con una dependencia mútua, ya que los dos se conservan juntos.
Es importante destacar que se cría en libertad y se alimenta de hierbas frescas y cereales, hasta que llega la época de montanera, cuando comienza a alimentarse de bellotas. Suele estar más delgado que otras razas, ya que su actividad física es mayor al andar por las dehesas en busca de bellotas, y sus jamones son más largos.
Todo esto nos da algunas pistas para distinguir un buen jamón, como apreciar una pezuña negra y desgastada, y un tobillo bien fino.
También la genética influye en la calidad del jamón, ya que la grasa que generan todos los cerdos no es la misma. En el caso de un jamón ibérico, podemos notar que solo con nuestras manos, suelta algo de grasa. Eso es un buen síntoma.
Parece mentira que ya se acerque la Navidad, pero con lo rápido que pasa el tiempo, así es, y no podemos privarnos de algún plato ibérico. En los packs especiales de Ansama para esta Navidad, encontrarás surtidos ibéricos gourmet de la mejor calidad, porque no hay nada como los productos de origen mediterráneo para tu mesa.