¿Quién no ha disfrutado como un niño cuando ha tomado mermelada en sus tostadas, con yogurt o galletas? La mermelada es un alimento que hoy vemos como algo cotidiano en nuestra dieta, pero ¿sabes cuál es su origen?
La necesidad de conservar los alimentos ha estado siempre presente en la historia del ser humano. En el caso de las frutas, el método más antiguo consistió en mezclarlas con miel, para ello, añadían a la fruta un peso equivalente de miel y cocinaban posteriormente la mezcla hasta obtener la consistencia deseada.
Este proceso estuvo vigente hasta que los árabes introdujeron el uso del azúcar en Europa y al igual que los romanos, incorporaban a la fruta su mismo peso en azúcar para luego llevarlo a fuego.
Sin embargo, los ingleses siempre han defendido que fueron ellos quienes inventaron el concepto de la mermelada que se come en los desayunos o a la hora del té, pues afirman que fue creada en 1561 por el médico de la reina Maria Estuardo, ¡cuando mezcló naranjas y trozos de azúcar para curarla de los mareos! Y dicen que el nombre en inglés “marmelade” se deriva del francés que se hablaba en la corte de María, ya que cuando la Reina estaba enferma decían: “Marie est malade” (“María está enferma”), y de ahí que la mezcla del médico y la enfermedad de la Reina dieran origen a la palabra y a la sabrosa confitura.
De este modo se obtuvieron las primeras mermeladas. No obstante, el azúcar era un producto de lujo que sólo estaba al alcance de nobles y reyes y por ello la difusión de la mermelada quedó circunscrita a las cortes europeas. Con el paso del tiempo y el abaratamiento del azúcar, las mermeladas comenzaron a convertirse en productos populares que se elaboraban en casa, y a partir del siglo XIX, fueron objeto de producción industrial a gran escala.