Hubo un tiempo en que este alimento fue considerado una comida consumida por las familias con menos nivel de ingresos familiares.
Un alimento abundante y que gracias a la salazón podía conservarse durante meses sin echarse a perder. Lo que posibilitaba su transportarse pudiendo recorrer largas distancias sin problemas.
En la actualidad, y Semana Santa a la vuelta de la esquina, el bacalao adquiere notoriedad en los hogares de nuestro país, siendo uno de los alimentos más tradicionales durante la época de cuaresma. Pero la notoriedad del bacalao no es percibida únicamente en cuaresma, sino durante todo el año habiéndose convertido para algunos de los paladares más exigentes en un verdadero producto gourmet.
¿Cómo se debe tratar el bacalao para hacer de este producto un verdadero plato gourmet?
El primer paso consiste en limpiar la pieza a chorro con agua fría para quitarle la sal gorda y después meterlo en el frigorífico dentro de un recipiente con agua también fría, de la nevera a ser posible o incluso añadiendo hielo para impedir que el bacalao se abra. “Debería estar en agua 24 horas por cada centímetro de grosor. Lo habitual es uno o dos días, cambiando el agua una vez cada ocho horas aproximadamente. Si es una pieza gruesa, tres días”, detallan los expertos.
El frío ralentiza la hidratación, pero al mantener la temperatura constante se logra preservar la calidad óptima del pescado.
Después, tan sólo queda escurrirlo, descamarlo y secarlo bien antes de cocinarlo.
La versatilidad de este pescado le ha permitido protagonizar multitud de preparados tanto tradicionales como dentro de la cocina moderna.

Las posibilidades son casi infinitas y el resultado, siempre es apetitoso: en salsa marinera, con almendras, al pil pil, la sidra, con aguacate y pistachos, en sashimi, al estilo alcántara, en empanadillas, como crema, en sopa, en ensalada, en croquetas etc.