Siempre se ha dicho que el oro comestible o el “oro líquido” era el aceite de oliva. Sin embargo, esto ha cambiado hace pocos años, pues el oro que se usa para fabricar joyas, se puede comer. El mineral se ha convertido en el elemento principal de recetas gourmets y está presente en varios tipos de champán o mermeladas.
Pero el oro no solo aporta glamour a nuestros platos, sino que varios expertos coinciden en que es también beneficioso para nuestro organismo. Este mineral hace que se retrasen los signos del envejecimiento, además de eliminar toxinas de nuestro cuerpo. Incluso se habla de que podría reducir el riesgo de osteoporosis. Pero muchos se preguntarán si esto no es a la vez perjudicial para nuestro organismo. La respuesta es negativa. El oro solo está en el cuerpo unas 24 horas y no se han observado efectos secundarios. Aunque no se puede ingerir cualquier oro. El recomendado es el puro, o en aleación con la plata, otro metal que nuestro organismo puede digerir.
Pero el uso del oro en la cocina no es algo nuevo. Ya en el antiguo Egipto, los faraones añadían pequeñas partículas de oro a los platos. También en China se usaba el oro más allá de la fabricación de joyas, ya que era frecuente en la medicina. Esto último, no solo se dio en el gigante asiático, ya que alquimistas de todo el mundo estudiaron en el siglo XV las propiedades de este mineral noble.
Pero no se debe consumir el oro de cualquier forma. Su uso es recomendable en pequeñas láminas o en polvo. Sin embargo, su sabor no es muy exquisito, por tanto, no se usa por su sabor, y en la mayoría de ocasiones ni por sus beneficios, simplemente para hacer más glamurosos los platos. Es cierto que muchos de estos productos gastronómicos que llevan oro se venden con un elevado precio, aunque depenerá de los kilates que contenga el plato. Pero es verdad que cualquier cosa que tenga oro, siempre será una joya, aunque a veces, esta sea comestible.