La manzanilla ha estado presente en nuestra cultura andaluza durante siglos y hoy día es uno de los vinos por excelencia utilizados para celebrar.
La manzanilla es originaria de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), criada en bodegas bajo flor. Es un vino muy paĺido, ligero al paladar y poco ácido con una graduación que oscila entre 15, 5 y 17% de alcohol en volumen. Es un vino seco pero que resulta ligero y ampliamente utilizado para acompañar todo tipo de aperitivos.
Tradicionalmente, la manzanilla adopta dos variedades: la manzanilla fina y la manzanilla pasada. Junto al vino fino es la bebida acostumbrada a tomar en las ferias de Andalucía. Ha surgido en tiempos más recientes una forma de consumir la manzanilla que resulta de la mezcla de esta con refresco Seven up o Sprite y que se conoce como “Rebujito”.
A la manzanilla se le atribuye cualidades digestivas, resultando un vino que no resiente el aparato digestivo como suele ocurrir con otras bebidas alcohólicas.
Esta variedad de vino lleva un amplio recorrido en la cultura gastronómica de nuestro país y resalta por ser el complemento idóneo en festividades como el Carnaval. En el de Cádiz por ejemplo, no sería de extrañar encontrarla como complemento de un buen plato de queso viejo, jamón de bellota o pescadito frito. Resulta una delicia la combinación de unos buenos chocos fritos y boquerones en adobo con el sutil sabor seco y ligero de un buen vaso de manzanilla.
No es extraño ver a los más jóvenes acompañando las tapas con rebujito, al sol de febrero cantando los pasodobles de las mejores comparsas de El Falla.
Ya en el siglo XVIII se escribía de esta bebida:
La manzanilla de Sanlúcar y Los Puertos alegra a los vivos y resucita a los muertos.