Año a año, uno de los momentos más comentados por todos en las reuniones del café en la empresa es la cesta de navidad. Esta tradición se ha convertido en un gesto de las empresas con sus trabajadores, como agradecimiento por su dedicación y entrega durante los 12 meses del año.
Sin embargo, cada año cuesta más sorprenderlos en la cesta de navidad, y muchas empresas han convertido en rutina el hecho de enviar algunos productos no demasiado caros y clásicos, como puede ser un queso, un vino, un turrón y algún ibérico.
Otras compañías se niegan a que esto se convierta en un mal hábito y buscan sorprender a toda costa a sus empleados, convirtiendo esta tradición en una especie de juego, para ver si así se colman las expectativas de unos y otros.
Algunas empresas optan por las cestas temáticas, en las que regalan una variedad de productos de una sola clase, como pueden ser vinos o ibéricos. Esto es sinónimo de sorpresa segura, aunque se arriesgan a que algunos de los empleados no les guste ese producto, pero muchos seguro que agradecen un cambio en la dinámica de la típica cesta.
Otros, aunque parezca contradictorio, optan por no hacer cesta, simplemente con regalar un producto de mucho valor con el que saben que van a acertar seguro, como puede ser un jamón.
Por último, los hay que buscan salirse de lo común, y regalan cosas más alejadas de lo convencional, como puede ser los estuches premium para crear su propia ginebra a través de distintas especias.
Estas empresas diferenciales saben que este pequeño gesto puede cambiar mucho el devenir de su empresa, ya que el reconocimiento y el trato con sus trabajadores hacen que el rendimiento de estos se vea incrementado por la gratitud que demuestran hacia ellos.